martes, 4 de octubre de 2011

¿Los Hombres son Superiores a las Mujeres?


¿LOS HOMBRES SON SUPERIORES A LAS MUJERES?

Reflexión sobre la obediencia de la mujer musulmana hacia su esposo

Por: Said Abdunur Pedraza


Albert Kazimirski de Biberstein es un hombre que pasa a la historia como el padre de las modernas traducciones retorcidas e islamófobas del Corán. Orientalista polaco judío, trabajó como intérprete de la Legión Francesa en Persia. Allí tomó la traducción del Corán hecha al latín por Ludovico Marracci en 1698, y con base en ella publicó en 1869 una traducción del texto coránico al francés. Marracci, en su época, buscaba desprestigiar al Islam y difundir todo tipo de falsos estereotipos y leyendas absurdas sobre los musulmanes. Y Kazimirski llevó esto a las nuevas generaciones de su tiempo, con creces. Gracias a ello, esta traducción, malintencionada y llena de comentarios que exhiben desde un desconocimiento profundo del Islam hasta una abierta islamofobia, ha servido de base a la mayoría de las traducciones en español que se consiguen en las librerías, y que son igual o peor de malintencionadas que esta: La de Juan Bautista Bergua, la de Vicente Ortiz de la Puebla, la de Joaquín García Bravo y la de J.C.P.R., son todas traducciones amañadas que buscan denostar del Islam, mancillar su nombre y fomentar el odio contra los musulmanes. Generalmente, cuando en los medios de comunicación o en los sitios Web se busca citar un aparte del Corán, descontextualizándolo para mostrarlo como una “atrocidad,” se cita alguna de estas traducciones.

Y precisamente cuando se trata de hablar de la mujer en el Islam, hay dos citas que son favoritas para atacar a los musulmanes: La primera es sura (capítulo) 2, aleya (versículo) 228. En la traducción de Bergua dice “que los hombres tengan preeminencia sobre las mujeres,” traducción casi idéntica a la de Ortiz de la Puebla. Y en la de J.C.P.R. aparece: “Los maridos son primero que sus mujeres.” Esta última agrega el siguiente comentario al respecto: “Literalmente: tienen un grado por encima; es decir, les son superiores.”

La segunda es 4:34 (que en las traducciones derivadas de la de Kazimirski aparece como 4:38). Bergua traduce: “Los hombres son superiores a las mujeres por el hecho de haber elevado Alá a unos por encima de los otros, y también por el hecho de ser los hombres los que gastan de lo que tienen (para las necesidades de la vida). Las mujeres virtuosas son abnegadas y conservan con cuidado en ausencia de sus maridos lo que con todo cuidado ha conservado Alá para ellas (su virtud). En cuanto a aquellas de las cuales teméis su mala conducta, advertidlas y relegadlas en sus alcobas y pegadlas, pero si os obedecen no busquéis otro camino contra ellas (no las repudiéis).” Por su parte, Joaquín García Bravo traduce: “Los hombres son superiores a las mujeres a causa de las cualidades por medio de las cuales Dios ha elevado a éstos por encima de aquéllas, y porque los hombres emplean sus bienes en dotar a las mujeres. Las mujeres virtuosas son obedientes y sumisas: conservan cuidadosamente durante la ausencia de sus maridos, lo que Dios ha ordenado que conserve intacto. Reprenderéis a aquella cuya desobediencia temáis; las relegaréis en lechos aparte, las azotaréis; pero, tan pronto como ellas os obedezcan, no les busquéis camorra” (este pasaje aparece idéntico en J.C.P.R.)

La palabra que García Bravo, Vicente Ortiz y J.C.P.R. traducen como “azotar,” que Bergua y Cortés traducen por “pegar,” y que otros traductores como Vernet traducen por “golpear,” es daraba. Esta es una palabra árabe interesante, puesto que tiene una enorme multitud de significados. Hace muchos años, un profesor de inglés me dijo: “Para saber si un diccionario de inglés es bueno antes de comprarlo, busca la palabra get. Si tiene menos de 20 significados y variaciones, el diccionario no sirve.” Pues bien, la palabra daraba es mucho más amplia en significados y variaciones en árabe que el get del inglés. Hay una completa disertación acerca de por qué es erróneo traducir daraba por golpear en el artículo “Sobre la Ilicitud de Golpear a la Esposa” [1]. Para resumir, cito a al-Fudhail ibn Aiadh: “Por Al-Lah, si no está permitido que lastimen a un perro o a un cerdo sin una razón válida, ¿cómo pueden lastimar a un musulmán?” [2] Con mucha menor razón puede el Corán incitar a la violencia contra la esposa. Todo maltrato y toda forma de tortura están prohibidos en el Islam, tanto contra animales como contra seres humanos, incluso contra esclavos, siervos o prisioneros de guerra. En ese marco general, el maltrato hacia la esposa es absolutamente inaceptable. La traducción de Mouheddine y Sánchez, una de las mejores al español hasta ahora (revisada por expertos en teología y en derecho islámicos [3]), muestra así el texto de 4:34:

“Las mujeres piadosas obedecen a Al-Lah y a sus maridos, y cuidan en ausencia de ellos [su honor y sus bienes] encomendándose a Al-Lah. A aquellas de quienes temáis que se rebelen, exhortadlas y dejadlas solas en sus lechos [sin cohabitar], o recurrid a otra medida para que recapaciten; si os obedecen no las maltratéis.” (4:34).

El Corán se refiere a la esposa rebelde y le dice al marido que, en aras de evitar el caos en el hogar, siga un procedimiento juicioso para calmar los ánimos y volver a la armonía: primero, hable con su esposa, llegue a un acuerdo, busque una solución diplomática. Si tras varios intentos eso no funciona, no vuelva a dormir con ella, quizá por una noche, quizá por varias, hasta que esté más tranquila y más dada al diálogo. Si pasa el tiempo y nada de ello funciona, busque darle un impacto, es decir: Usted, señor marido, es el que mejor conoce a su esposa, es el que mejor debe saber cómo impactarla, cómo llamar su atención, de forma que reaccione y cambie su actitud, sin lastimarla, sin recurrir a la violencia, sin poner en riesgo su integridad física y moral. Y en cuanto la esposa entre en razón, olvide el asunto, no guarde rencor, no insista en el tema, hable con ella y vuelvan a dormir juntos. El ejemplo lo tenemos en el Profeta (que las Bendiciones y la Paz de Dios sean con él), quien ante una rebelión general de sus esposas, se fue de casa y no volvió a dormir en ella durante aproximadamente un mes. Esa fue su daraba hacia sus esposas. Pero él jamás levantó su mano contra mujer alguna en toda su vida.

¿Y quién es una esposa rebelde? La que no es obediente a su esposo, así que veamos un poco más a fondo el tema de la obediencia de la esposa hacia su marido, que es el centro de este artículo. El arabista español Julio Cortés hace una traducción mucho más honesta, aunque desprovista del necesario conocimiento del Islam y de las ciencias coránicas. Él traduce “los hombres tienen autoridad sobre las mujeres,” donde los otros ponen “los hombres son superiores a las mujeres.” Por su parte, Hallak, un musulmán que hace una traducción más acertada, pone “los hombres tienen cierto predominio sobre las mujeres,” y Mouheddine y Sánchez: “Los hombres están a cargo de las mujeres.” ¿En qué consiste, entonces, la supuesta superioridad del hombre sobre la mujer, y la obediencia de la mujer hacia su marido?

Dios, en efecto, ha puesto al hombre un grado por encima de la mujer, mas no en el sentido de que sea mejor, preferido o superior a ella. Tampoco en el sentido de que sea más completo o mejor configurado. Sino que tiene un grado de responsabilidad por encima de ella, pues él es la cabeza del hogar, él debe proveer a la familia, y es él quien debe tomar decisiones y asumir responsabilidades en nombre de los miembros de su hogar. Y de allí deriva la obediencia que Dios le ordena a la mujer hacia su esposo.

El Profeta (ByP) dijo: «La mejor de las mujeres es la que alegra tu mirada, que te obedece y que, cuando te ausentas, no mancilla tu lecho y preserva tus bienes.» (Recopilado por Ajmad, Abu Dawud y Nassai).

También, el Profeta Mujámmad (ByP) dijo: «Si una mujer reza sus cinco oraciones diarias, ayuna el mes de Ramadán, obedece a su esposo y guarda su pureza, entonces le será dicho: ‘Entra al Paraíso por la puerta que desees’.» (Recopilado por Ajmad y Tabarani).

Y dijo (ByP): «Este mundo es solamente de conveniencias temporales, y el mejor consuelo en este mundo es una mujer piadosa.» (Recopilado por Muslim).

En la traducción de Mouheddine y Sánchez, se lee en 2:228:

“Ellas tienen tanto el derecho al buen trato como la obligación de tratar bien a sus maridos. Y los hombres tienen un grado superior al de ellas [porque en ellos cae la responsabilidad de mantener el hogar]; y Al-Lah es Poderoso, Sabio.”

Con base en estos textos, provenientes del Corán y de la Sunnah (tradición) auténtica del Profeta (ByP), pongo a consideración de los lectores las siguientes reflexiones:

  1. Toda organización, institución y estructura social humana requiere una cabeza, líder o representante. El matrimonio es una institución y Al-Lah ha establecido que el líder de la misma sea el esposo. Si él no ejerce correctamente esta función, el matrimonio colapsará. Si él delega esta función en su esposa, ella no podrá cumplir con sus funciones y habrá caos. Y si ambos asumen esta función, el matrimonio será un monstruo de dos cabezas. En un buen matrimonio, ambos cónyuges se colaboran mutuamente en el cumplimiento de sus funciones, pero cada uno tiene sus responsabilidades y su prioridad es cumplir con ellas. Por ejemplo, el esposo debe ayudar a su esposa con las labores del hogar, tal y como hacía el Profeta (ByP), pero no puede dedicarse a las labores del hogar y descuidar su trabajo, con el que provee a la familia. En este sentido, dijo el Mensajero de Dios (ByP): «Cada uno de vosotros es un pastor, y cada uno es responsable de aquellos bajo su custodia. Un gobernante es un pastor, un hombre es el pastor de su familia, una mujer es la pastora de la casa de su marido y de sus hijos. Porque cada uno de vosotros es un pastor, y cada uno es responsable de quienes estén bajo su custodia». (Recopilado por Bujari y por Muslim). Por eso, en 4:34 Abboud y Castellanos traducen “los hombres son los pastores de las mujeres,” en lugar del “los hombres son superiores a las mujeres” de las traducciones islamófobas.
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  2. Al-Lah ha asignado al esposo la función de ser el proveedor del hogar y le ha dado a la esposa el derecho a ser mantenida. Siendo así, el esposo invierte trabajo y dinero en la mujer, y ella lo respalda con sus atenciones y su obediencia. De este modo, él no se siente resentido por esforzarse y dar su dinero a alguien que se rebela contra él, y ella no se siente resentida por obedecer a alguien que no cuida de ella ni le provee lo que necesita. La mujer puede, si desea, trabajar y devengar un sueldo, siempre que esto no le implique abandonar sus responsabilidades en el hogar. Pero aún en ese caso, lo que ella gane es suyo y no tiene obligación de compartirlo con el esposo ni darlo al hogar. La obligación de mantener económicamente a la familia recae completamente en el hombre.
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  3. La obediencia de la mujer al hombre no puede ser ciega. En todos los casos de obediencia (a los padres, a los gobernantes, al esposo, etc.) hay un principio islámico básico: Ningún musulmán, hombre o mujer, puede obedecer a algo o alguien que lo lleve a realizar o le ordene hacer cualquier cosa que vaya contra la legislación islámica. La mujer, por ejemplo, no puede obedecer al esposo si él le pide tener relaciones sexuales durante la menstruación, o si le prohíbe hacer sus oraciones obligatorias. Del mismo modo que un soldado musulmán no debe obedecer a un superior que le ordene torturar a un prisionero.
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  4. Tomar decisiones implica asumir responsabilidades. Al-Lah ha puesto en el esposo la carga de tomar decisiones y asumir las consecuencias de las mismas, pues él es quien debe proteger a su familia, cuidar de su esposa y de su hogar, y brindarles lo que necesitan. Esto, sin embargo, debe realizarse con el método islámico: El hombre consulta con su esposa, incluso con los hijos u otros miembros de la familia si es del caso. Pero él es quien da la última palabra, tomando una decisión que debe ser siempre analizada teniendo en mente qué es lo mejor para la vida, la muerte y la religión de sí mismo y de los miembros de su hogar. Un hombre incapaz de tomar decisiones no podrá llevar el timón del matrimonio y esto llevará tarde o temprano al desastre. Un hombre que imponga su criterio sin consultar con su esposa, estará sembrando en ella la discordia. Una mujer que suela rechazar las decisiones que toma su esposo, será un lastre que hundirá ese barco.

En todo caso, el hombre que sólo busca oprimir a la mujer obligándola a obedecer sus caprichos, o que por terquedad tome malas decisiones de forma reiterativa, está actuando en contra de lo que el Profeta (ByP) enseñó, y eso puede llegar a ser causal de divorcio.

La obediencia de la esposa a su marido es muy importante, y esto se nota en las situaciones de crisis. Una esposa desobediente puede poner en grave riesgo a su familia al no confiar en las decisiones de su esposo y no seguir sus instrucciones en caso de peligro.

En resumen, siempre que el esposo se esfuerce en ser un buen musulmán, la mujer le debe obediencia, no por sometimiento a él sino por obediencia a Al-Lah. Por ello, la obediencia de la mujer a su esposo termina donde ésta entre en conflicto con su obediencia a Al-Lah.

En todo caso y en toda situación, la obediencia de la mujer hacia su esposo, y la forma como el hombre debe lidiar con la esposa si ella actúa de forma que pueda lesionar el bien del hogar en su conjunto, debe enmarcarse en el espíritu islámico expuesto en estos textos:

“Y entre Sus signos está haberos creado esposas de entre vosotros para que encontréis en ellas sosiego, y puso entre vosotros amor y misericordia.” (Corán 30:21).

“Al creyente que obre rectamente, sea varón o mujer, le concederemos una vida buena y le multiplicaremos la recompensa de sus obras.” (Corán 16:97).

El Profeta (ByP) dijo: “Las mujeres son la mitad gemela del hombre.” (Recopilado por Ahmad, Abu Dawud y Tirmidi [Ibn Al-Qattan: Sahih]).

El Profeta (ByP) dijo: “Los creyentes que muestran la fe más perfecta son aquellos que tienen buen carácter, y el mejor de entre vosotros es aquel que sea más bueno con su mujer.” (Recopilado por Tirmidi).

Abu Bakr una vez preguntó al Profeta (ByP) cuál era la mejor cosa para ser atesorada, y él (ByP) replicó: “La lengua en recuerdo de Al-Lah, el corazón lleno con agradecimientos hacia Al-Lah, y una esposa piadosa quien ayuda en los hechos virtuosos.”

“Ellas son vuestra protección y vosotros la suya.” (Corán 2:187).

Y nunca olvidar un consejo básico para todo matrimonio: “¡Oh, creyentes! Tened paciencia, sed perseverantes.” (Corán 3:200).

Y Al-Lah sabe más.

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NOTAS

[1] http://mensajesenlaruta.blogspot.com/2010/06/sobre-la-ilicitud-de-golpear-la-esposa.html.

[2] Tomado de “Manual para el Nuevo Musulmán,” Jamaal Zarabozo, traducción de Isa García. http://d1.islamhouse.com/data/es/ih_books/single/es_Manual_para_el_nuevo_musulman.pdf.

[3] La traducción de Mouheddine y Sánchez, publicada por IIPH, está disponible en http://www.nurelislam.com/coran/index.htm.

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