jueves, 3 de mayo de 2012

Rastreando la Islamofobia en las Traducciones del Sagrado Corán más Antiguas




Rastreando la Islamofobia en las Traducciones del Sagrado Corán más Antiguas


Por: Dahlia Sabry, profesora de idioma inglés en el Centro de Idiomas y Traducciones de la Academia de Artes en Guiza, Egipto


Traducido por Said Abdunur Pedraza



Puede decirse que las traducciones del Corán son en extremo importantes y muy serias. Su vital importancia reside en el hecho de que representan la fuente principal de información para aquellos —musulmanes y no musulmanes— que no saben árabe y quieren sondear las profundidades del Islam a través de la lectura de su palabra revelada. Ellas son el recurso principal de aquellos que, debido a la barrera del lenguaje, se ven privados de acercarse a su Libro revelado en árabe, y aquellos que tienen curiosidad y quieren familiarizarse con el Islam conociéndolo de primera mano en lugar de simplemente “incorporar opiniones recibidas y actitudes sin el pensamiento individual y la reflexión”, como expresó Thomas Cleary (1993, p. X). Su seriedad radica en el gran papel que desempeñan en la formulación de la opinión de sus receptores respecto al Islam. Sobre el beneficio de la lectura del Corán por parte de los no musulmanes, Cleary (1993) afirma:

“Para los no musulmanes, una ventaja especial al leer el Corán es que les provee un punto de referencia auténtico desde el cual examinar los estereotipos sesgados del Islam a los que los occidentales están habitualmente expuestos. La información primaria es esencial para distinguir entre la opinión y los hechos de forma razonable. Este ejercicio puede permitir también que el pensamiento individual comprenda la naturaleza inherentemente defectuosa del prejuicio en sí
 …” (1993, p. VIII).

Sin embargo, para que el beneficio del que habla Cleary se cumpla, las traducciones deben ser exactas y objetivas. Esto no siempre ha sido el caso, ya que a veces, como señala Hassan Ma’ayergi (1984): “[traducir] los significados del Corán ofrece una oportunidad para distorsionar  y malinterpretar sus significados o para desviar a las minorías musulmanas que viven bajo leyes no musulmanas fuera del texto coránico, y para reconciliarlos con las traducciones [distorsionadas]…” (p. 442).

El hecho de que la difamación del Islam ha ido en aumento en los últimos años puede ser apoyado por muchos. Los medios occidentales han propagado la supuesta afirmación de que el Islam es una religión que cultiva la violencia y promueve el terrorismo. Sin embargo, algunos pueden no ser conscientes de que el inicio de este movimiento está profundamente enraizado en el pasado. Quizás uno de los factores más importantes que difunden gran cantidad de ideas erróneas sobre la religión de los musulmanes, se remonta a las primeras representaciones de los significados del sagrado Corán en lenguas occidentales.

Mofakhar Hussain Khan (1986) señala que el primer intento fue una traducción al latín hecha por Robert de Ketton en 1143, aunque no fue publicada hasta 1543, a petición del abad del monasterio de Cluny. Esta primera traducción al latín fue el  primer incentivo que llevó a otras traducciones a diferentes idiomas como italiano, alemán y francés en 1547, 1616 y 1647 respectivamente (pp. 82-83). Hussein Abdul-Raof  (2001) afirma que “abunda en imprecisiones y malos entendidos, y fue inspirado por intenciones hostiles” (p. 19). En 1698, fue publicada otra traducción latina hecha por Ludovicus Marracci, complementada con citas provenientes de comentaristas del Corán “cuidadosamente yuxtapuestas y suficientemente confusas con el fin de representar al Islam bajo la peor luz posible”, como señala Colin Turner (1997, p. xii). El título del volumen introductorio de dicha traducción, Refutación del Corán, no deja lugar a dudas sobre la intención del traductor.

Ma’ayergi (1984) subraya el papel crucial de estas traducciones en la formación de una imagen negativa sobre el Islam. Él sostiene que “[después] de la primera visión del Islam a través de estas traducciones, los europeos se hicieron muy agresivos en su lucha contra el Islam. Varios ataques fueron lanzados contra la cultura y la herencia islámicas” (p.442). Lo que agrava el problema es que estas traducciones han sido la base de una serie de obras posteriores.

La primera traducción al inglés fue la de Alexander Ross publicada en 1649. No hay una mejor evaluación del tipo de esta obra que la declaración del propio traductor sobre su objetivo en la introducción: “Pensé que era bueno aportarle a sus colores, de modo que al verlo sus enemigos en su totalidad, estarán mejor preparados para confrontar… su Alcorán” (p. A3). Además, el título de su traducción, El Alcorán de Mahoma… ahora en inglés para satisfacción de todo el que desee darle un vistazo a las vanidades turcas, se explica en sí misma, y pone de relieve uno de los errores básicos que prevalecen en occidente, a saber, que el Profeta Muhámmad, la paz sea con él, fue el autor del Corán. En este contexto, vale la pena mencionar que Maurice Bucaille (1986), un eminente cirujano y científico francés que defiende al Corán en su libro La Biblia, el Corán y la Ciencia, declara que algunas traducciones occidentales pretenden deliberadamente traducir de forma errónea la palabra “أمىummei (iletrado), en referencia al Profeta Muhámmad en algunos versículos coránicos, para así ocultar el hecho de que nunca hubiera sido posible que una persona analfabeta fuera el autor del Corán, que abarca acontecimientos históricos que él no presenció, así como hechos científicos meticulosos que fueron descubiertos mucho después de su muerte y que no eran conocidos en la época de la revelación (pp. 94-96). Este hecho sobre el Profeta suele escandalizar a los occidentales siempre que Bucaille se los revela. En 1734, la traducción de Sale fue hecha con base en el tristemente célebre trabajo de Marracci. Luego, en 1861, el trabajo de J. M. Rodwell proporcionó un ejemplo más de un escritor “disparándole al Islam” (Turner, 1997, p. xii).

La amplia circulación de estas primeras e injustas traducciones, predeterminadas en esencia para desacreditar al Islam, llevaron a incorporar hechos distorsionados en la mentalidad occidental que han llegado a ser como axiomas, a pesar de la aparición de algunas pocas traducciones posteriores un poco mejores hechas por no-musulmanes. Bucaille (1981) subraya la existencia de ideas principales inexactas que lavan el cerebro de los occidentales, afirmando que “como la mayoría de la gente en occidente ha sido educada con conceptos falsos respecto al Islam y el Corán, yo mismo fui como estas personas durante gran parte de mi vida”. Agrega:

Mientras crecía, se me enseñó siempre que ‘Mahoma’ fue el autor del Corán; recuerdo haber visto traducciones al francés que llevan esta información. Me han dicho invariablemente que el ‘autor’ del Corán simplemente compiló… historias sagradas tomadas de la Biblia…, al tiempo que propone los principios y normas de la religión que él mismo fundó. Además, en el Seminario Internacional sobre el Islam en París, que se celebró bajo los auspicios de la Organización de la Conferencia Islámica, Bucaille explicó:

Cuando comencé a investigar en profundidad la realidad del Islam, por primera vez comencé a estudiar su escritura, el Corán, y me vi obligado a utilizar traducciones hechas por varios Islamólogos u orientalistas. Por desgracia, el texto bajo estas condiciones no es auto explicativo, y recuerdo haber encontrado en muchas traducciones del mismo párrafo tantas diferencias, que estaba claro que tales interpretaciones eran debidas a los traductores y a sus comentarios, a menudo agregados al texto.

Después de haber adquirido el conocimiento del idioma árabe, lo que me permitió leer el Corán en su texto original, … comprendí el deseo evidente de camuflar o cambiar deliberadamente el significado, evidentemente con el fin de adaptar el texto a un punto de vista personal (p. 10).

Estas traducciones distorsionan la espiritualidad del sagrado Corán y dañan los conceptos del Islam. Infortunadamente, como afirmó Sir Edward Denson Ross (1940) en su introducción a la traducción de George Sales:

Por muchos siglos el conocimiento que la mayoría de los europeos han tenido sobre el mahometismo estaba basado casi enteramente en los reportes distorsionados de cristianos fanáticos que llevaron a la difusión de una gran cantidad de graves calumnias. Lo que era bueno en el mahometismo era ignorado por completo, y lo que no era bueno según los ojos de Europa, era exagerado o malinterpretado (citado en Sales, 1940, p. 7).

La imagen desfavorable propagada por las traducciones occidentales, llevó a los musulmanes a traducir el Corán ellos mismos a pesar de que la legitimidad de tal acción fue sujeto de un acalorado debate por mucho tiempo. Por ello, el siglo XX fue testigo de la publicación de una gran cantidad de traducciones, en su mayoría hechas por musulmanes. El supuesto axiomático es que dichas traducciones deben dar una imagen representativa genuina del espíritu del Islam y una versión exacta de su escritura. Sin embargo, la situación no es tan simple como eso. Con algunas de estas traducciones nuevas, han surgido nuevas complicaciones.

Por una parte, la traducción de Yusuf Ali (1934), a pesar de ser una de las clásicas y la más favorable hasta hace poco, a veces ha sido acusada de lanzar propaganda anticristiana. Por otra parte, Jalil Muhámmad (2005) asegura que escribiendo “en una época en que crecía la animosidad árabe hacia el sionismo y en un ambiente que toleraba el antisemitismo, Yusuf ‘Ali construyó su obra como una polémica contra los judíos.” De la misma forma, la traducción de Muhámmad Taqui Al-Din Al-Hilali y Muhámmad Muhsin Jan (1996), que estaba destinada a sustituir la traducción de Yusuf Ali, “se lee más como una polémica de la supremacía musulmana, el antisemitismo y el anticristianismo, que una interpretación de la escritura islámica” (Mohámmad, 2005). Un ejemplo famoso que se cita a menudo en este sentido es la referencia a los judíos y cristianos que los traductores agregan al séptimo versículo del sura, capítulo, Al-Fátiha (La Apertura). En árabe, este versículo dice:

صراط الذين أنعمت عليهم غير المغضوب عليهم ولا الضالين (الفاتحة: 7)

Hilali y Jan lo representan como:
El Camino de aquellos a quienes has concedido Tu gracia, no (el camino) de quienes han ganado Tu enojo (como los judíos), ni de los extraviados (como los cristianos) [énfasis mío].

Indudablemente, Ali así como Hilali y Jan lograron resolver parte de los problemas de traducciones anteriores. Estando libres de intenciones hostiles, teniendo un dominio mucho mayor del idioma árabe, buscando apegarse lo más posible al texto original, y brindando notas explicativas elaboradas, ellos han brindado un mejor entendimiento del Corán. Sin embargo, el tipo de comentarios que a veces han agregado sobre los judíos y los cristianos, dan la impresión injusta de que el Corán es intolerante con “el otro,” una noción que apoya las afirmaciones que han sido ampliamente divulgadas por occidentales e israelíes últimamente.

Por otro lado, algunas traducciones proyectan puntos de vista sectarios que no son representativos de las creencias comunes de los musulmanes. En primer lugar, en las traducciones chías (es decir, de los chiítas), por ejemplo la de S. V. Mir Ahmad Ali (1964), la preocupación básica es que algunos versículos están traducidos particularmente de acuerdo con las extrañas interpretaciones que los chías imponen en algunos versículos generales, que ellos quieren mostrar como que se refieren particularmente a Ali, el primo y cuñado del Profeta Muhámmad, y su familia, que Dios esté complacido con ellos. Sobre la base de estas interpretaciones, ellos apoyan su tendencia a atribuirle gloria ilimitada a Ali. Por lo tanto, los traductores chías (chiítas) van en contra del entendimiento mayoritario de los versículos en algunos lugares, para así reflejar sus propios sesgos doctrinales en lugar de dar una representación exacta de Escritura de los musulmanes.

En segundo lugar, otras traducciones controversiales son aquellas influenciadas por el racionalismo científico, como la de Ahmad Zidan y Dina Zidan (1979), la de Muhámmad Asad (1980), y la de Ahmad Ali (1984). Ellos rechazan cualquier referencia a milagros mencionados en el Corán y tienden a interpretarlos de manera racional o alegórica. Por ejemplo, mientras los musulmanes creen que Abraham, la paz sea con él, fue salvado del fuego por la gracia de Dios al que fue lanzado por los incrédulos. Asad (1980) sostiene que la referencia en el Corán es “aparentemente una alusión alegórica al fuego de la persecución que Abraham tuvo que sufrir” (p. 496). De manera similar, él cree que el milagro de Jesucristo de hablar en su cuna es “una alusión metafórica a la sabiduría profética con la cual fue inspirado Jesús desde su edad más temprana” (p. 73). Tendencias similares son percibidas en referencia a otros milagros de Cristo, Moisés, Salomón, etc., la paz sea con ellos, en la traducción de Asad y en otras traducciones similares.

Y en tercer lugar, las distorsiones más graves de todas, sin embargo, aparecieron a causa de las traducciones de los miembros de las comunidades Qadiani y Ahmadía de la India. Estas sectas fueron declaradas apóstatas por la mayoría de las instituciones islámicas. Sus traducciones están afectadas con versículos que han sido retorcidos para satisfacer sus propias necesidades corruptas. Ellos divulgan ideas que contradicen las creencias básicas de los musulmanes. Un ejemplo claro es su declaración de que Jesús, la paz sea con él, fue realmente crucificado y no fue elevado vivo por Dios —una idea que se refleja en sus traducciones, como señala Neal Robinson (1997, p. 266). Ellos pretenden apoyar, sobre la base de sus traducciones corruptas, las pretensiones de su líder Mirza Ghulam Ahmad, que afirmaba ser el Mesías Prometido y el Mahdi.

De hecho, la difusión de tales doctrinas que están muy lejos de las creencias comunes de los musulmanes, han hecho mucho daño al Islam. Lamentablemente, en estas obras reposa el mayor peligro —incluso más que en las de los orientalistas. Siendo supuestamente hechas por traductores musulmanes, su distorsión y desvío ondean bajo la bandera del. Sin embargo, como declara el comité traductor del Corán Majestuoso (2000), ellas “contienen a menudo interpretaciones que son excéntricas y especulativas, y no reflejan el entendimiento mayoritario del texto, cosa que la mayoría de lectores debe saber” (VIII). Aparte de las obras mencionadas, algunas traducciones moderadas hechas por musulmanes han aparecido. Sin embargo, se considera crucial para el esclarecimiento de los casos anteriores, subrayar que las traducciones no siempre son una fuente confiable para juzgar al Islam. Todo traductor aporta a su trabajo las creencias, inferencias y doctrinas que son la sustancia de sus sesgos personales, su tendencia ideológica, e incluso sus estrategias e intrigas. Por lo tanto, el único criterio para juzgar es el texto original en árabe. Debe tenerse siempre en cuenta que una traducción, no importa qué tan precisa sea, difícilmente puede ser objetiva.

A finales de la década de 1980, a cuenta de las deficiencias antes mencionadas junto con el fracaso de la mayoría de los traductores bien intencionados de transmitir el significado pretendido sin problemas, fue natural que A. R. Kidawi (1987) declarara: “La Escritura musulmana aún no ha encontrado una expresión digna y fiel en idioma inglés, que coincida con la majestuosidad y grandeza del original.” De modo similar, Abdul Hakim Tabibi (1986) afirmó: “Hasta ahora no hay consenso completo respecto a una traducción satisfactoria. Por lo tanto, los musulmanes se esfuerzan en completar una traducción satisfactoria…” (p. 44). Esto plantea la pregunta: ¿Qué hace satisfactoria a una traducción?

Antes de intentar una respuesta, examinemos brevemente algunas de las traducciones importantes que han aparecido desde ese momento hasta la actualidad. La última década del siglo XX fue testigo de la aparición, entre otras, de las siguientes obras: El Corán: Una Nueva Interpretación de Colin Turner (1997), El Noble Corán: Una Nueva Representación de su Significado en Inglés por Abdelhaq y Aisha Bewley (1999), una nueva edición de El Corán por N. J. Dawud (2000), y El Corán Majestuoso: Una Representación en Inglés de Sus Significados por un comité turco (2000), que es una edición revisada de una obra anterior. Con el cambio de siglo, no hubo señales de disminución en la cascada. De forma similar, una serie de traducciones nuevas aparecieron además de las nuevas ediciones de algunas traducciones disponibles desde el siglo anterior. Entre las más importantes está la última revisión de Hacia un Entendimiento del Siempre Glorioso Corán (2003), de Muhámmad Mahmoud Ghali, publicado originalmente en (1997); El Mensaje: Traducción Literal de la Última Escritura Revelada (2003), hecha por Musulmanes Progresistas, El Corán: Nueva Traducción (2004), de Thomas Cleary; y la edición revisada de El Corán: Nueva Traducción (2005), de M. A. S. Abdel Haleem, publicada originalmente en (1994).

Vale la pena mencionar que en su ensayo “El Sesgo Sectario e Ideológico en las Traducciones Musulmanas del Corán”, Robinson (1997) analiza una serie de cuestiones complementadas con los versículos que pueden ayudar a juzgar la inclinación teológica de los traductores. Probando las nuevas traducciones antes mencionadas a la luz de estas cuestiones, parecen estar libres de la mayoría de las tendencias teológicas que caracterizan a otras traducciones. Este es un buen paso en el camino hacia la presentación de traducciones satisfactorias. Establece un puente sobre una brecha para que podamos enfocar nuestra atención hacia el grado en que se acercan al texto original mientras presentan el significado de forma accesible a los lectores a los que van dirigidas. La revisión de estos ocho trabajos revela que siguen diferentes enfoques en la traducción, como se mostrará a continuación.

Colin Turner es un profesor musulmán de Estudios Islámicos y Persas en la Universidad de Durham. A través de su traducción, publicada por Curzon, aspira a presentar “los significados del Corán en un estilo inglés lúcido y fácil de leer, preservando la integridad del texto original” (p. xvi). El libro contiene tanto el texto en árabe como la traducción al inglés, pero no lado a lado. En su lugar, está dividido en dos partes. Turner translitera los nombres de los suras (capítulos), y no utiliza pies de página ni introducciones para cada sura. Escribe los versículos por separado, cada uno precedido por su número. Sin embargo, se aleja de las traducciones comunes que cuentan la basmalah inician como versículo en cada sura —una característica compartida por los traductores autodenominados “Musulmanes Progresistas,” como mencionaré en su momento. Además, su traducción es única entre las demás traducciones, ya que abarca la interpretación dentro los mismos versículos. Depende de la exégesis textual intitulada Ma’ani al-Quran (Significados del Corán) de Muhámmad Baqir Behbudi y “abre” los versículos para “revelas algunas de las capas de significado expuestas por el profeta…” (p. xvi). Por ejemplo, en versículo 34 de surat Sad:

ولقد فتنا سليمان وألقينا على كرسيه جسدا ثم أناب” (ص، 34)
Que normalmente es traducida por algo como:

Pickthall: Y en verdad probamos a Salomón, y pusimos en su trono un (mero) cuerpo. Luego se arrepintió.
Yusuf Ali: Y probamos a Salomón: Hemos puesto en su trono un cuerpo (sin vida); pero él volvió (a Nosotros con devoción verdadera).

es representado por Turner así:

En verdad probamos a Salomón: en su sueño colocamos una brillante Estrella de David en su trono, y este espectáculo fue tan maravilloso que los hombres, genios y pájaros acudieron a presenciarlo. Salomón pensó que esto era una señal de que su esposa favorita le daría pronto un hijo, y que el hijo alcanzaría parentesco y majestad sin par. Pero el hijo que parió su esposa favorita nació muerto, y cuando pusimos a su bebé sin vida en su trono, Salomón se dio cuenta que interpretó erróneamente el sueño. Y así se volvió a Dios y le pidió perdón. (p. 273)

En una traducción como la de Turner, el lector no puede darse cuenta en modo alguno dónde termina la traducción y dónde comienza la exégesis. El problema es que no satisface las necesidades de los musulmanes que tratan de leer el Corán a través de una traducción debido a la barrera del lenguaje. Tales musulmanes necesitan encontrar una versión de la redacción exacta del original tanto como lo permita el proceso de traducción, en lugar de un comentario con adiciones u omisiones.

En el contexto de este enfoque, Turner impone en el lector en muchos lugares un exceso de adiciones. Por ejemplo, en sura 18 – Al-Kahf (La Cueva) — los versículos coránicos expresan las suposiciones de la gente respecto al número exacto de los jóvenes de la cueva, y no lo especifica a ciencia cierta. Turner, sin embargo, traduce así la segunda parte del versículo 13:


” … إنهم فتية آمنوا بربهم وزدناهم هدى” (الكهف، 13)
como “eran cuatro jóvenes elocuentes” (p. 172).

La traducción de Bewley (1999), publicada por Madinah Press, es la culminación de 25 años de lidiar con “lograr la mejor manera de expresar el significado de sus aleyas en inglés” (p. iii). El libro sólo incluye la traducción al inglés sin el texto árabe. Está básicamente pensado para los musulmanes angloparlantes. Aisha Bewley era originalmente cristiana y se convirtió al Islam en 1968. El objetivo de Aisha y su esposo, que eran traductores prolíficos, era “permitir que el significado del original, en la medida de lo posible, llegara directamente con la menor interferencia lingüística posible de modo que el inglés utilizado no interfiera con la transmisión directa del significado” (p. iii). Por lo tanto, no proporcionan ninguna explicación y casi no utilizan notas al pie. Además, no hay introducción a los suras. Los traductores también prefirieron mantener los términos islámicos, cuya traducción sería engañosa ya que no hay equivalentes exactos en el inglés, de modo que simplemente transliteraron el texto al inglés. Sin embargo, el libro se complementa con un glosario al final que proporciona las definiciones de estos términos. A través de un diseño de página especial y el uso del ritmo, los traductores tratan de ser “fieles al original” manteniendo “al menos una idea de [su] atributo esencial” (p. iv). Ellos numeran los versículos por separado.

Los Bewley parecen tener inclinaciones Sufi pues rinden homenaje a su “guía y maestro” el Shaij ‘Abdalqadir as-Sufi en su prefacio, sin embargo, esto no se refleja de manera obvia en la traducción. Además, a pesar de que no se abstienen, como los Mu’tazlites, de utilizar referencias antropomórficas a Dios en su traducción, aseguran que tales referencias “no deben ser tomadas literalmente como referencias a cualquier tipo de características físicas, sino más bien a un atributo o cualidad indicado por la expresión utilizada” (p. v). Una característica distintiva de esta traducción es que está basada en la lectura del Imam Warsh en lugar de la del Imam Hafs sobre la que se basan la mayoría de las demás traducciones con excepción de la de Musulmanes Progesistas. Debido a las ligeras variaciones entre las lecturas de estos dos imanes, aparecen unas pocas diferencias en las traducciones. Por ejemplo, basados en la lectura “ساحران”, sahiran, en lugar de” سِحران”, sihran, en el versículo 48 de la sura 28 (Al-Qasas, La Historia), la traducción de Bewley y de Musulmanes Progresistas difiere de otras traducciones:

“… قالوا سِحران تظاهرا وقالوا إنا بكل كا فرون” (القصص، 48).
Bewley: Ellos dicen, ‘Dos magos que se respaldan uno al otro.’
Progressive Muslims: Ellos han dicho: “Dos magos que se ayudan mutuamente.”
Abdal Haleem: Ellos dicen, ‘Dos tipos de magia, ayudándose mutuamente,’
Cleary: Ellos han dicho, “dos hechizos que se ayudan entre sí.”
Dawood: Ellos dicen: ‘¡Dos obras de magia que se complementan entre sí!’
Ghali: Ellos dicen, “¡Dos tipos de magia que se respaldan mutuamente!”

La traducción de los Bewley es una de las mejores traducciones. El lenguaje es lúcido y natural. Al mismo tiempo, los traductores son honestos en mantenerse fieles al original. Sin embargo, la falta de notas al pie puede, en algunos casos, hacer que el significado deseado sea inaccesible para el lector. Por ejemplo, el versículo 16, sura 17, ejemplifica el fenómeno común de elipsis en el estilo del Corán. A aquellos “que viven en la comodidad” المترفين se les ordena que se reformen a sí mismos, pero las palabras que expresan esta orden se omiten:

و”إذا أردنا أن نهلك قرية أمرنا مترفيها ففسقوا فيها، فحق عليها القول فدمرناها تدميرًا” (الإسراء، 16)
Cuando se entrega una traducción literal sin indicar esta información adicional entre paréntesis o en una nota al pie, el versículo puede dar la impresión errónea de que Dios ordena al lujurioso que sea pervertido, lo que es engañoso.

Bewley: 
Cuando deseamos destruir una ciudad,
Enviamos una orden a los prósperos de ella
Y se desvían en ella
Y el mundo es llevado justamente en su contra y los aniquilamos
Por completo.

De modo similar, traducir la imagen del versículo 29 del surat 17 de forma literal sin notas al pie complementarias, hará el significado incomprensible para el lector.

ولا تجعل يدك مغلولة إلى عنقك ولاتبسطها كل البسط فتقعد ملومًا محسورًا” (الإسراء، 29)

Bewley: 
No mantengas tu mano encadenada a tu cuello
Ni la extiendas a toda su extensión
De modo que te sientes allí culpado y desposeído.


En cuanto a Dawood, él es el único judío conocido que ha traducido el Corán al inglés. Su nombre completo es Nessim Joseph Dawood. Originalmente era iraquí, luego se trasladó a Londres como erudito en 1956. Luego, estableció y dirigió allí una empresa editorial y de  publicidad. Aparte de la traducción de Turner que está diseñada como interpretación, la última edición revisada de la traducción de Dawood (2000) o su traducción de 1956 aparecen como las más liberales entre todas las traducciones revisadas, al no mantenerse cercana a las palabras del original. Él mismo admite evitar apegarse al texto pues cree que “apegarse a una versión rígidamente literal del idioma árabe, como hacen las traducciones anteriores… deja de expresar tanto el significado como la grandeza retórica del original” (p. xi). Por lo tanto, la mayor parte del tiempo, Dawood traduce la idea ignorando la estructura de la oración o el apego cercano a las palabras o figuras como están en árabe. Por ejemplo, la imagen mencionada anteriormente es dada por él como sigue:

Dawood: No seas mezquino ni pródigo, porque entonces puedes ganar reproche o ser reducido a la penuria.

En verdad, esto logra entregar satisfactoriamente el significado al lector, sin embargo le impide encontrar la imagen como está dada en el texto original, y como sin duda fue presentada por Dios. De otro modo, Él podía simplemente haber utilizado un lenguaje simple.

Esta edición, publicada por Penguin, incluye los textos árabe e inglés lado a lado para una comparación fácil. Incluye un índice y una tabla cronológica que lista los eventos principales en la vida del Profeta. Aquí, Dawood mantiene la secuencia tradicional de los suras que había abandonado en ediciones anteriores al optar por una secuencia cronológica. No escribe los versículos individualmente sino que agrupa varios versículos para formar un párrafo. Tampoco numera los versículos uno a uno sino por grupos a intervalos de cuatro o cinco, lo que dificulta un poco localizar un versículo en particular. No hace introducciones a los suras pero utiliza notas ligeras a pie de página que incluyen referencias cruzadas a versículos de la Biblia, lo que es una guía útil para los interesados en estudios interculturales y comparaciones.

En esta edición, Dawood corrige una mala traducción comúnmente citada en 7:31 al remplazar “Hijos de Allah” con el correcto “Hijos de Adam” (بنى آدم). Sin embargo, la traducción incorrecta de 2:191, que dice “la idolatría es peor que el derramamiento de sangre” en lugar de “la persecución es peor que el asesinato” ( والفتنة أشد من القتل), se mantiene. Además, su traducción de los nombres de los suras muchas veces es extraña e inexacta. Por ejemplo, traduce Al-Takwir aparecer u oscurecer, como El Cese; Al-Nasr, victoria, como Ayuda; Al-Sajda, postración, como Adoración;  Al-Hashr, convocar o reunir, como Exilio, y sorprendentemente Al-Rum, los romanos, como Los Griegos.

A pesar de ser judío, en su introducción Dawood no lanza la antigua polémica feroz contra el Islam. Parece abogar por una actitud objetiva hacia el Corán cuando afirma que “es el texto mismo lo que importa, y el lector debe permitirse acercarse a él con una mente libre y sin prejuicios” (p. xi). Más aún, contrario a sus críticos anteriores que pensaban que el Corán es un revoltijo inconexo y tedioso, admite que “es de lejos la mejor obra de prosa árabe clásica” (p. ix), y que “no es sólo uno de los libros más influyentes de la literatura profética, sino también una obra maestra literaria en sí misma” (p. xi). En general, este trabajo no refleja los sesgos religiosos de los misioneros anteriores, y está destinado a “presentar al lector moderno una versión entendible del Corán en idioma inglés contemporáneo.” (p. X).

La otra traducción que apareció en 2000 es El Corán Majestuoso, publicado por las fundaciones Al-Nawawi e Ibn Jaldún. Se trata de una costosa y voluminosa cuarta edición revisada de una obra que apareció en 1992 bajo el título El Sagrado Corán con Traducción al Inglés. A diferencia de todas las demás traducciones revisadas, con excepción de El Mensaje, de Musulmanes Progresistas, este es un trabajo colectivo de un comité turco compuesto por cuatro traductores —Ali Özbec, Nureddin Uzunoğlu, Mehmet Maksutoğlu y Tevfik R. Topuzoğlu— y tres editores: Abdal Hakim Murad, Mustafá Badawi y Uzmán Hutchinson. Los primeros tres traductores son especialistas en estudios islámicos, mientras que el último es profesor de idioma árabe. Mustafá Badawi originalmente era profesor egipcio de árabe, luego se asoció con el St. Anthony’s College en Oxford. El profesor Abdal Hakim Murad fue educado en la Universidad de Cambridge y en la Universidad Al-Azhar University en El Cairo. Quizás esta combinación hace que el producto final sea una obra destacada. Los traductores se esforzaron en apegarse al texto original mientras que el lenguaje utilizado es lúcido y sencillo. En gran medida, lograron un balance entre la fidelidad al original y la facilidad de lectura a través de adiciones explicativas que están marcadas dentro de corchetes.

Esta traducción se complementa con prólogos del traductor y del editor, una introducción, una clave de transliteración, introducciones a los suras, extensas notas al pie que delatan en muchos lugares la inclinación sufí, así como un índice. Además el primer sura, Al-Fatiha (La Apertura) está complementada con una transliteración a conveniencia de los lectores, ya que es parte de las oraciones diarias. El libro incluye los textos inglés y árabe lado a lado. El equipo de trabajo parece haberse orientado mucho hacia el lector. Ellos creen que uno de los defectos de las traducciones anteriores es el uso de un “estilo bíblico arcaico, que a pesar de ser elegante y melodioso, a veces es difícil para las nuevas generaciones que no han sido expuestas a literatura premoderna” (p. VIII). Por otra parte, los editores afirman que:

Planeamos mejorar cada nueva edición, en especial respecto a los comentarios, pero también respecto al perfeccionamiento del lenguaje, hasta que el inglés que hemos elegido sea verdaderamente moderno y elocuente… También tratamos de abordar todas las cuestiones que los lectores traen a nuestra atención. Es nuestro deseo que esta sea una obra interactiva, un diálogo entre nuestros lectores y nosotros. (p. VII)

La primera traducción que nos ocupa en el año 2003 es la tercera edición revisada de Hacia la Comprensión del Siempre Glorioso Corán por Muhámmad Mahmoud Ghali, un profesor egipcio de inglés en la Facultad de Idiomas y Traducción de la Universidad Al-Azhar. Fue publicada por Dar Al-Nashr lil Game’at y revisada por Ali Ali Ahmad Shaban, Ahmad Shafiq Al-Jatib y AElfwine Acelas Mischler. El libro está complementado con un prólogo, una introducción, una tabla para la trascripción de sonidos árabes, y breves notas al pie. Incluye los textos inglés y árabe lado a lado. Los versículos están numerados individualmente.

La traducción de Ghali es única en varios aspectos. Él define su metodología como “la diferenciación entre sinónimos” que “no ha sido observada estrictamente antes” aunque “puede revelar muchas áreas donde los matices de significación deben mantenerse separados” (p. xi). Además, la traducción se diferencia de todas las demás traducciones en ser extremadamente orientado al idioma original. A diferencia de otros traductores que están preocupados principalmente de presentar una traducción a los lectores contemporáneos utilizando un lenguaje  moderno, en su prólogo Ghali hace hincapié en el “apego estricto al texto árabe, y en evitar las explicaciones irrelevantes” (p. xii). Al igual que la traducción de Bewley, algunas palabras árabes como Tawrah (Tora), Inyil (evangelio), Zakat (limosna), Nasara (cristianos) etc., son utilizados de forma transliterada dentro del texto; sin embargo, están explicadas en notas al pie en lugar de en un glosario. Ghali también se adhiere a la pronunciación árabe de los nombres propios, por ejemplo Ibrahim por Abraham, Musa por Moisés… etc., y los explica en notas al pie. Utiliza símbolos especiales transcritos para representar ciertos sonidos árabes. Incluso las páginas en la traducción de Ghali van de derecha a izquierda como en los libros árabes.

Debe reconocérsele a Ghali su honestidad admirable en la fidelidad al texto original. La mayor parte del tiempo, aunque a veces innecesariamente, sigue el orden de las palabras del original, que a veces es una estructura marcada destinada a un propósito determinado, manteniendo así su efecto. Nótese la diferencia entre su traducción y la de otros en el siguiente versículo:

لتنذر قومًا ما أنذر أباؤهم فهم غافلون” (يس، 6)
Ghali: Que adviertas a un pueblo; en forma alguna fueron advertidos sus padres, por lo que no prestaron atención.
Abdal Haleem: …advertir a un pueblo cuyos padres no fueron advertidos, por lo que no eran conscientes
Bewleys: para que adviertas a un pueblo cuyos padres no fueron advertidos
Cleary: de modo que puedas prevenir a un pueblo cuyos ancestros no fueron advertidos y por ello fueron negligentes.
Dawud: para que puedas advertir a una nación que, debido a que sus padres no fueron advertidos antes que ellos, viven sus vidas en la negligencia.
Corán Majestuoso: Que es posible que adviertas a un pueblo cuyos padres no fueron advertidos, por lo que no son conscientes.

El mismo criterio se sigue en mantener las imágenes y las estructuras paralelas repetitivas que son estilos únicos del Corán. Sin embargo, la adhesión estricta al idioma árabe en otros lugares hace que el estilo sea innecesariamente falto de naturalidad —un aspecto que puede ralentizar la comprensión por parte de los lectores.

La otra traducción de 2003 es El Mensaje: Traducción Literal de la Última Escritura Revelada, publicada por iUniverse, Inc. También está disponible online en el sitio www.ProgressiveMuslims.Org. Como lo indica su título, es una traducción literal del Corán. Sin embargo, es más flexible que la traducción de Ghali en lo que se refiere al orden de las palabras y el apego al idioma y la estructura árabes. Se entiende como un intento de “volver a introducir a las personas a las palabras de Dios con autenticidad y objetividad” (p. 4).

Al igual que la traducción del comité turco, El Corán Majestuoso, es una obra colectiva de un grupo de estudiantes árabes y no-árabes de la Escritura. Similar a la forma de traducción de los Bewley, está basada en el conteo de versículos de Warsh. En cuanto a las lecturas, los traductores comparan todas las variaciones en lecturas aceptables y “siguen el ‘mejor’ significado a la luz del espíritu general de la Escritura y de nuestro conocimiento respecto a la esencia de Dios que es la bondad” (p. 5). Los Musulmanes Progresistas creen que la basmalah inicial era parte del texto revelado en manuscritos antiguos, por lo que al igual que Turner, la cuentan como un versículo individual.

Los Musulmanes Progresistas no utilizan los nombres de los suras pues creen que dichos nombres fueron hechos por el hombre. Por lo tanto, los quitan para “mantener la autenticidad del texto revelado” (p. 4). Además, según uno de los traductores, la traducción está hecha para “todas las personas angloparlantes… Es un desafío para la jerarquía establecida de la religión que fue hecha por el hombre y pide a la gente que descubra su propio vínculo personal con Dios sin la necesidad de cualquier erudito, sabio o intérprete” (comunicación personal, Octubre 3, 2005).

Por lo tanto, los traductores no dependen de ninguna exégesis autorizada. Más bien se basan en los significados de diccionario o en los sentidos superficiales de las palabras. Esto a veces produce una traducción extraña, por ejemplo “el monte de las edades” paraطور سينين  ((95: 2, o una que difiere de otras traducciones. Por ejemplo, en el siguiente versículo, traducen la palabra “ينسخ ” como “duplicado” en lugar de “derogado” que es lo afirmado por los exégetas:

ما ننسخ من آية أو ننسها نأتى بخير منها أم مثلها” (البقرة، 106)
Musulmanes Progresivos: No duplicamos una señal ni hacemos que sea olvidada, a menos que traigamos una que sea similar o incluso mejor.

Además, tienen cierta filosofía respecto a las letras con las que inician 29 suras del Corán, y las utilizan para identificar los versículos muhkamat (claros) y mutashabehat (abiertos a interpretación) mencionados en el Corán en 3:7. Esta filosofía afecta su interpretación y por consiguiente, su traducción de algunos versículos (cf. 55:2, 5:38). De este modo, los lectores que están interesados en esta traducción deben tener en cuenta que ella se aparta de la corriente principal de entendimiento de los versículos en algunos lugares.

En cuanto a la traducción de Thomas Cleary, fue publicada en 2004 por Starlatch Press. En 1993, Cleary produjo la traducción de sólo algunos versículos seleccionados que consideraba eran la esencia del Corán. Mientras la versión de 1993 incluía una introducción esclarecedora así como notas finales extensas que él afirmó “deben ser vistas como parte intrínseca de la traducción en sí misma” (p. XIII), la traducción de 2004 no incluye nada más aparte del texto. Las páginas están divididas en dos columnas, y el diseño le da un toque poético. Los versículos están numerados individualmente.

Todo lo que se sabe respecto a este traductor es que obtuvo un doctorado en Lenguas y Civilizaciones del Asia Oriental en la Universidad de Harvard University, y que es un traductor prolífico que ha producido una gran cantidad de obras relacionadas con tradiciones religiosas como el Taoísmo, el Budismo, el Confucianismo y el Islam. Se desconoce qué religión profesa Cleary, sin embargo, parece no ser musulmán pues declaró en su traducción de 1993 que “la mayor ventaja que podemos obtener de la lectura del Corán es la oportunidad de examinar nuestra propia subjetividad en el entendimiento de un texto de esta naturaleza” [énfasis mío] (p. X). Sin embargo, sus palabras en dicha introducción traicionan un enamoramiento sin par con el Corán y una actitud muy positiva hacia el Islam. Cleary (1993) arguye que “[la] observatción de que el Corán distingue las diferencias entre los partidarios de cada denominación religiosa, en lugar de entre los miembros de una misma denominación, parece ser una clave para acercarse al Corán sin perjuicios religiosos” (p. X). Además, reconoce las “cualidades literarias únicas e inimitables del Corán” (p. XIII). Él tenía la intención de presentar a los lectores no musulmanes la “sabiduría, belleza y majestuosidad esenciales de este libro sagrado” (p. VII).

Cleary parece haber sido influido poderosamente por Al-Ghazali, y las citas que incluye en su edición de 1993 muestran que tiene tendencia Sufi. En la edición de 2004, los discursos directos de Dios están escritos en un tipo de letra distinto. Las referencias pronominales a Dios son remplazadas con el nombre “Dios” ya que “no hay pronombre de tercera persona que sea perfectamente adecuado para hacer referencia al Dios trascendental más allá de las concepciones humanas” (p. XV).

El lenguaje de Cleary es claro en general, y él es honesto en mantenerse cercano a la expresión del texto árabe. Sin embargo, este enfoque sin notas al pie hace que el significado intencional sea ambiguo para los lectores en algunos lugares. El lector puede encontrar algunos errores en esta traducción, como por ejemplo en 18:29 y 18:30. Entre sus interpretaciones extrañas está la utilización de “burladores” por “infieles” (الكافرون) y “El Maestro de los Dos Siglos” para “Dhu’l Qarnain” ذو القرنين) 18:83). Sin embargo, debe acreditársele el traducir el título del surat An-Naml, capítulo 27, como Las Hormigas mientras otros traductores injustificadamente lo traducen como La Hormiga.

La última traducción a revisar aquí es la edición revisada de El Corán de M.A.S. Abdel Halim, publicada en mayo de 2005 por Oxford University Press. Abdel Halim es un egipcio que obtuvo un B.A. en estudios arábigos e islámicos en la Universidad de El Cairo y un doctorado en la Universidad de Cambridge en el Reino Unido. Enseñó árabe y estudios islámicos primero en Cambridge y luego en el Centro de Estudios Islámicos (SOAS) de la Universidad de Londres. Desde 1995, ha trabajado como profesor de estudios islámicos en la Universidad de Londres, Director del SOAS, y Editor en Jefe de la Revista de Estudios Coránicos. La traducción de Abdel Halim está dirigida a musulmanes y no musulmanes por igual, y está destinada a superar las traducciones previas en cuanto a calidad, precisión y modernidad del lenguaje, a fin de “hacer accesible al Corán a todos los que hablan lengua inglesa” (p. xxix).

La traducción está complementada con una cronología del Corán, una bibliografía seleccionada, y un índice, así como una útil introducción en la que discute, entre otras cosas, algunas características estilísticas importantes del Corán, asuntos de interpretación, y el tema de la descontextualización y la mala interpretación de versículos coránicos. Las introducciones a los suras se utilizar además de breves notas al pie que están diseñadas para “explicar alusiones, referencias, … contexto cultural, … razones para apartarse de traducciones aceptadas [;] dan alternativas o hacen referencias cruzadas” (XXXV).

El traductor hace uso de algunos diccionarios árabes clásicos y depende de algunos comentarios, entre los cuales el más importante es el de Razi. Sin embargo, no parece estar influido por el movimiento de Razi de exégesis cientificista del Corán. Abdel Halim se toma algunas libertades respecto a las palabras y estructura exactas del texto árabe. Él declara evitar “el innecesario apego estricto a las estructuras y modismos árabes, que en muchas ocasiones suenan faltos de naturalidad en el inglés. Las traducciones literales del árabe a menudo resultan en un inglés falto de sentido” (xxxi). Hasta cierto punto, él trata de presentar la idea sin apegarse a la redacción exacta en árabe. Adicionalmente, abandona la presentación común de numerar los versículos individualmente. Su traducción, en lugar de ello, presenta párrafos formados con versículos numerados con superíndices. A veces rompe una oración larga en unidades más pequeñas y no se ciñe de forma innecesaria a los límites del versículo. Como él mismo afirma, “a veces inicio un nuevo párrafo en la mitad de un versículo, a fin de resolver algunas dificultades estilísticas” (p. XXXV).

Después de esta amplia revisión de las principales tendencias en las traducciones del Corán desde el inicio de sus publicaciones en el siglo XVI hasta la traducción más reciente en el siglo XXI, podemos resumir y concluir con unos pocos puntos.

La discusión anterior destaca el hecho de que la perspectiva viciada y la imagen negativa del Islam y de los musulmanes con las que los occidentales están actualmente abrumados, se remontan a los efectos de las primeras versiones de los significados del sagrado Corán traducidos a diversos idiomas por misioneros hace siglos. Sin embargo, esto no niega que algunas traducciones sectarias hechas por musulmanes también han contribuido a difundir algunos conceptos errados sobre el Islam. A pesar de esta situación sombría, un rayo de esperanza todavía se puede aspirar gracias a las mejoras en algunas traducciones que han aparecido en la última década del siglo XX y en el comienzo del nuevo milenio. Se puede argumentar que las traducciones estudiadas en este artículo están libres, en grado satisfactorio, de ataques calumniosos y prejuicios sectarios desviados encontrados en traducciones hechas anteriormente por no-musulmanes y musulmanes respectivamente. Uno espera incluso que la fascinación con el Corán y la actitud favorable por el Islam, expresada por Cleary en su introducción de 1993, pueda hallar su camino hacia los medios masivos occidentales como respuesta a las calumnias lanzadas contra el Islam.

Ahora, vamos a intentar una respuesta a la pregunta planteada anteriormente acerca de qué constituye una traducción satisfactoria. El primer requisito es la imparcialidad. Presentar una traducción completamente objetiva parece casi imposible. Sin embargo, algunos criterios pueden utilizarse para que los traductores limiten el desarrollo de la subjetividad en traducciones futuras. Segundo, en una era en la que la creciente hostilidad hacia el Islam ha alcanzado un nivel sin precedentes, una traducción satisfactoria es aquella que hace posible que el “otro” comprenda el verdadero espíritu y las instrucciones del Islam, por una parte, y que no degrade la belleza y el significado potencial del Corán a través de prescindir de las complejidades y ambigüedades del texto para mayor conveniencia del lector, por otra. Cómo puede lograrse esto, sin embargo, merece otro estudio completo.

Además, las secciones en los prólogos de las traducciones futuras deben dedicarse a aclaras los temas controversiales y las ideas erróneas que siempre se tienen en contra del Islam, por ejemplo, explicando el contexto original de la llamada a la yihad, la guerra santa, y el estatus de la mujer en el Islam… etc. —un tema que toca Abdel Halim en su introducción.

Además, la idea errónea de que el Profeta Muhámmad fue el autor del Corán debe ser disipada a través de subrayar los aspectos milagrosos del Corán que llevan a la conclusión de que no puede ser otra cosa que una revelación divina —iniciativa en la que, irónicamente, se embarcó un no-musulmán, el Dr. Maurice Bucaille.

Referencias
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Abdul Raof, H. (2001). Qur’an translation: Discourse, texture and exegesis. Surrey: RoutledgeCurzon.
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lunes, 9 de abril de 2012

Sufismo: Cuando los hombres se convierten en Dios

SUFISMO: CUANDO LOS HOMBRES SE CONVIERTEN EN DIOS

Fragmento del artículo “Divinizando al Hombre”


Existe un conjunto de creencias entre algunos seguidores del Islam que, al igual que el hinduismo y el budismo, ofrecen a los seres humanos la oportunidad de convertirse en Dios.
El origen de esas creencias pueden encontrarse en el misticismo cuyas raíces se hallan en las antiguas religiones misteriosas griegas. El misticismo se define como una experiencia de unión con Dios y la creencia de que el principal objetivo del hombre en la vida está en buscar esa unión. El filósofo griego Platón propuso este concepto en sus escritos, particularmente en su Simposio. En él describe cómo el alma humana puede ascender espiritualmente hasta que finalmente se reúne con Dios [1]. La base de esta creencia es la enseñanza de que los seres humanos son, de hecho, partes de Dios que han quedado atrapadas en este mundo material. El cuerpo físico que recubre el alma humana. En consecuencia, el alma en su opinión es divina. La parte de Dios que está atrapada en este mundo debe liberarse del mundo material y reunirse con Dios.
En el pueblo musulmán surgió una secta que promovió la misma idea. Sus seguidores son llamados tradicionalmente “Sufis” y su sistema de creencias es llamado “Sufismo”. Este término se traduce habitualmente como “misticismo” o “misticismo islámico”. Se basa en el mismo concepto que el de la mística griega que dice que el alma humana es divina y que la manera en que se reúne con Dios es a través de ciertos ejercicios espirituales. Diversos grupos de Sufis evolucionaron hacia cultos llamados Tariqah” (caminos). Cada culto recibía el nombre de su fundador real o supuesto, y cada uno tenía sus propios ejercicios espirituales los cuales sus miembros cumplían a rajatabla. La mayoría enseñaba que después de que los seguidores llevaran a cabo los ejercicios espirituales, emocionales y físicos prescritos, se unificarían con Dios. Esta unión recibió el nombre árabe de fana’, que significa “disolución” [2] o wusul, que significa “llegada”. El concepto de “unidad con Dios” fue rechazado por los estudiosos musulmanes tradicionales pero aceptado por algunas masas. En el siglo X, un devoto Sufi, Al Hallak (858-922), anunció públicamente que él era Dios y escribió poemas y un libro llamado Kitab At-Tawasin con ese fin. En él escribió: “Si no reconoces a Dios, al menos reconoce su señal; soy la única verdad absoluta porque a través de la verdad soy la verdad eterna. Mis amigos y maestros son Iblís [3] y el Faraón. Iblís fue amenazado con el Infierno, porque no admitía que hubiera nada entre él y Dios, y aunque me maten y crucifiquen, y me corten las manos y los pies, no me retractaré”. [4]
Ibn ‘Arabi (fallecido en 1240) llevó el concepto de unidad con Dios un paso más allá afirmando que solo existe Dios. En una de sus obras escribió lo siguiente: “Gloria a Él, quien hizo aparecer todas las cosas a la vez que constituye su esencia” [5]. Y en otro libro escribió: “Él es la esencia de todo lo que aparece, y Él es la esencia de lo que está oculto cuando Él aparece. Quien Lo ve es solo Él y nadie se oculta de Él porque Él aparece ante Él mismo a la vez que está oculto” [6]. Ese concepto es llamado Wahdatul-wuyud (unidad de la existencia) y se hizo muy popular entre los Sufis en todo el mundo musulmán.
¿Por qué? 
¿Qué fue lo que llevó a la gente a creer que Dios se hizo hombre o que Dios y el hombre eran uno solo? La razón fundamental era la incapacidad que esta gente tenía para entender o aceptar el concepto de que Dios creó este mundo a partir de la nada. Ellos percibían a Dios como a ellos mismos, creando cosas a partir de lo que ya existe. Los humanos crean cosas manipulando lo que ya existe y modificando su estado, su forma y su apariencia para darles distintas funciones. Por ejemplo, una mesa de madera fue alguna vez un árbol en el bosque, y sus clavos y tornillos alguna vez fueron vetas de hierro en las rocas subterráneas. Los humanos cortaron el árbol y le dieron forma de mesa; extrajeron el hierro, lo fundieron, y le dieron la forma a las piezas que componen la mesa. Luego unieron todas las partes para así crear la mesa con sus distintos usos. De igual manera, las sillas plásticas en las que nos sentamos alguna vez fueron petróleo líquido, almacenado en las entrañas de la tierra. Es imposible imaginarnos sentados sobre petróleo de la misma manera que nos sentamos sobre una silla. Sin embargo, gracias a la capacidad humana de manipular los componentes del petróleo, se produce el plástico y se fabrican las sillas para que los humanos se sienten en ellas. Esa es la esencia de la actividad humana; los humanos simplemente modifican y transforman lo que ya existe. No crean los árboles ni producen el petróleo. Cuando hablan de producción de petróleo, en realidad se está hablando de extracción. El petróleo fue creado a través de millones de años de procesos geológicos; luego los humanos lo extrajeron de la tierra y lo refinaron. Tampoco crearon los árboles. Aún si los hubieran plantado, no crearon las semillas originales.
En consecuencia, los humanos, en su ignorancia de Dios, a menudo conciben a Dios como un ser igual a ellos. Por ejemplo, en el Antiguo Testamento dice lo siguiente: “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó”. Para los hindúes, Purusa es el Dios creador, Brahma, en su forma humana, y tal como los humanos crean manipulando el mundo existente que los rodea, el dios creador debe hacer lo mismo. [...]
La capacidad humana de entender las ideas y conceptos es limitada. Los seres humanos no pueden captar ni entender lo infinito. La creencia, que Dios le enseñó a Adán, era que Dios creó este mundo a partir de la nada. Cuando Él quería que algo existiese, simplemente lo decía y Su orden hacía que existieran aquellas cosas que antes no existían. Este mundo y su contenido NO fueron creados a partir de Dios mismo. De hecho, el concepto de Dios como creador del mundo a partir de Sí mismo reduce a Dios al nivel de sus criaturas, quienes simplemente crean algo a partir de otra cosa ya existente. Aquellos que sostenían y siguen sosteniendo esa creencia son incapaces de captar el carácter único de Dios. Él es Único y no existe nada como Él. Si Él hubiera creado el mundo a partir de Sí mismo, sería como Sus criaturas.

[1] Ver Colliers Encyclopedia, vol.17, p.114
[2] Ver Ihyaa ‘Ulum ad-Din, vol. 4, p. 212.
[3] Nombre propio de Satán según el credo musulmán.
[4] Ver Idea of Personality, p. 32
[5] Ver Al Futuhat Al Makkiah, vol. 2, p. 604
[6] Ver Fusus Al Hikam, vol. 1, p. 77.
[7] Ver Dictionary of World Religions, p. 587
[8] Ver The New Encyclopedia Britannica, vol. 20, p. 552

martes, 31 de enero de 2012

Regresando la Báraka (bendiciones) a Nuestra Comida

REGRESANDO LA BÁRAKA (BENDICIONES) A NUESTRA COMIDA

Tomado de IslamWeb.Net


El Ciclo Vicioso de la Ignorancia

En mi intento por dialogar con los líderes musulmanes durante algunos años, acerca de nuestra comida y la industria de alimentos que apoyamos, mis palabras han caído en oídos sordos. En lugar de actuar con precaución, los líderes musulmanes se están tomando demasiadas libertades al utilizar la palabra ‘halal’ fuera del contexto de las enseñanzas coránicas y proféticas. Imitando a Bani Israil, quien abandonó el espíritu de la Ley por la mera letra de la Ley hace siglos, como está descrito en el Corán, ellos se han centrado en hallarle resquicios a la Ley Divina enfocándose en los aspectos materiales, como rechazar la carne de cerdo, mientras ignoran por completo los fundamentos éticos del din, ignorando por completo los ‘requerimientos laborales’ de adorar al Único Dios, de ordenar la justicia y prohibir la corrupción.

Nuestra comunidad es, como la llamó Malcolm X, ‘integradora.’ Mientras los líderes están ocupados pidiendo disculpas por los chivos expiatorios de occidente, los ‘terroristas,’ y castigando a estos indeseables, cierran sus ojos y oídos a los delitos atroces cometidos contra la humanidad por el mismo sistema con el que están tratando de integrarse, la misma gente con la que se están disculpando, los verdaderos terroristas. Al poner el sello de ‘halal’ a esta comida, certifican como ‘halal’ a esta industria que ha provocado la pobreza y la opresión de un sinnúmero de pueblos a lo largo de los siglos, es preferir a los kufar (incrédulos) por sobre los creyentes.

Ahora es tiempo de que levante mi voz y diga lo que sé en mi corazón que es la verdad del Islam, y que todo musulmán sin ser erudito debe saber que es cierto: la injusticia, las mentiras, la crueldad, el veneno, la inmoralidad, los asesinatos, las enfermedades, la violencia y la destrucción: ninguno de ellos son halal en modo alguno.

Nuestra comida se produce bajo las condiciones más perniciosas. La industria alimenticia es parte integral de la corrupción rampante en nuestro mundo actual. Los sistemas agrícolas no pueden ser desligados de los sistemas políticos y socioeconómicos. El control de la agricultura es la herramienta más poderosa que ha sido utilizada para controlar y oprimir al pueblo. Un sistema así jamás podrá producir comida ‘halal,’ puesto que Dios Altísimo y Exaltado odia la corrupción y la opresión, y el Corán nos dice que pocas cosas son peores que la opresión, que es un peor incluso mayor que el acto despreciable del asesinato.

Otra parte importante de la comida halal es que debe ser tayib, pero rara vez se discute este concepto y es desconocido por completo en la práctica. Toshihiko Izutsu califica los términos coránicos entre esencialmente valorativos, como ‘bien,’ con vagas evaluaciones morales, y palabras que son esencialmente descriptivas, como ‘piadoso’ o ‘hipócrita,’ que están ‘cargadas con una fuerza ética o valorativa.’ Él afirma que “el sistema de ideas morales que realmente funciona en el Corán está basado casi exclusivamente en palabras de valor de nivel primario [esencialmente descriptivas].”

Redescubriendo Nuestro Propio Vocabulario e Historia

De modo que cuando el Corán utiliza una palabra que significa algo claro y específico, Izutsu dice tayib, una palabra esencialmente descriptiva, que es ‘exactamente lo contrario’ de khaba'ith, 7:157. Mientras tayib es un adjetivo que denota algo que impacta los sentidos como delicioso, agradable y dulce, también está estrechamente ligada con las palabras halal, muttaqi, tawhid (discurso tayib), salih y creyentes.

Khaba'ith significa inmoral, malo, dañino, vicioso, maligno, malévolo, injurioso, rencoroso y nocivo. No puede haber una palabra mejor que khaba'ith para describir a los gigantes de la industria alimenticia actual, cuya comida los musulmanes están tan ansiosos de certificar como halal.

La solución fue descrita por los Abasí en una palabra, `imara: Desarrollar la economía de una sociedad a través de las infraestructuras agrícolas locales.

Pero debemos comenzar el camino de vuelta a una época muy ignorada con el fin de volver a iniciar nuestros paradigmas olvidados y crear un contexto para la solución. “La rápida propagación del Islam por tres continentes en los siglos VII y VIII fue seguida por la difusión de una admirable pero poco documentada revolución agrícola,” dice Andrew Watson, cuyo importante artículo sobre este tema apareció en la Revista de Historia Económica. “En el siglo XI [la nueva agricultura] había sido transmitida por todo lo largo y ancho del mundo islámico y había alterado, a menudo radicalmente, la economía de muchas regiones.”

Fue una infraestructura agrícola saludable que apoyó el crecimiento de la era más grande de la historia. Todo lo que la nueva agricultura tocaba se convertía en un cuerno de la abundancia, “afectando no sólo la producción agrícola y los ingresos, sino también los niveles de la población, el crecimiento urbano, la distribución de la fuerza laboral, las industrias vinculadas, la cocina y la alimentación, el vestido y otras esferas de la vida tan numerosas que rehúyen” ser detalladas, según Watson. ¿Es una coincidencia que los estos musulmanes, que conformaban comunidades nuevas por todo el mundo, fueran tan exitosos?

A medida que el Islam se propagó y se integró a las culturas (sin amenazas a punta de espada ni promesas de placeres carnales, como todavía se cree comúnmente en occidente, el resultado fue que “en casi todas partes las fronteras fueron derribadas, los espacios vacíos fueron llenados, y los asentamientos se hicieron más numerosos y densos —cambios todos ellos de gran significado no sólo para la agricultura sino también para el desarrollo del comercio, las comunicaciones y la administración central. Las ciudades también crecieron, prueba de que a pesar de la densa población rural, los campos podían exportar un excedente cada vez mayor de alimentos… [Con] el impresionante crecimiento urbano… [las ciudades] florecieron como quizás nunca lo habían hecho antes… Muchas obtuvieron gran importancia. Para los estándares europeos contemporáneos, muchas eran enormes” [en realidad dice ‘no pocas,’ pero creo que es confuso, por lo que prefiero utilizar ‘muchas’].

Antes del Islam, eran populares los sistemas feudales de grandes latifundios monopólicos (no muy distintos de las actuales corporaciones de la agroindustria). La Nueva Agricultura de los musulmanes quebró esos latifundios “en pequeñas propiedades que podían ser operadas por su dueño y su familia, asistido quizás por algunos pocos trabajadores pagos… durante algunos siglos el gran estado tuvo que competir con una forma alternativa de tenencia de la tierra en la forma de grandes y pequeños propietarios campesinos. La competencia se intensificó con la existencia de muchas áreas más pequeñas de jardines, altamente [pero ecológicamente] irrigadas, en las inmediaciones de casi todas las grandes ciudades y en otros lugares, en las que también crecían muchos de los nuevos cultivos y se aplicaban las nuevas técnicas de cultivo.” Además, los ingresos mayores y más estables “ayudaron por un tiempo a mantener intacto un campesinado relativamente próspero y libre, y a prevenir la acumulación excesiva de grandes latifundios” (AARD).

Esta es evidencia sólida de que la agricultura local es mucho más eficiente, productiva, y por lo tanto sostenible y económicamente viable, y que empodera a las personas en lugar de a las grandes empresas agrícolas que tienden a beneficiar a una élite de unos pocos a expensas de los recursos escasos y de la vida humana.

“A medida que crecía y se esparcía [por el imperio] la demanda de productos al punto de tener que importarlos, se desarrollaron fuentes locales de aprovisionamiento. A pesar que estas pudieron ser costosas al principio, probablemente se abarataron a medida que fueron adquiridas habilidades y aumentó la escala de la producción…” Pero durante el declive, las cosechas cultivadas en el mundo islámico “fueron reemplazadas por importaciones. Su desaparición es parte de la decadencia económica general del período” (AARD).

Nótese primero que todo que había comercio, en otras palabras, los sistemas locales no significan ausencia de comercio. Pero lo más importante es el hecho de que en una economía sana los productos locales pueden ser y llegan a ser más baratos que los importados. Y con el crecimiento actual de oferta y demanda de comida sostenible, con infraestructuras de distribución eficientes, los precios pueden incluso mejorar.

La Misma Vieja Historia

Cuando el Islam como forma de gobierno comenzó a desmoronarse en el siglo XII y en especial en los siglos XIII y siguientes, las élites del nuevo poder regresaron a las prácticas insostenibles de alimentos que han afectado a toda civilización en decadencia, entonces y ahora. Ellos “tienden a introducir sistemas de cultivo y tenencia de tierras que favorecen a los cultivos de cereales y al pastoreo,” dice Watson, “y a aquellos que podían desarrollar cultivos especialmente difíciles. Las cosas se hicieron peores en algunas áreas por la imposibilidad de mantener los sistemas de riego, por los impuestos excesivos a los campesinos, y por la corrupción de los recaudadores de impuestos.”

Los colonialistas querían dinero y una gran motivación para ello fue, por supuesto, los “beneficios militares” que se hicieron “cada vez más frecuentes en muchas regiones a expensas de otras formas de impuestos y de administración de la tierra; sus titulares disfrutaron diferentes tipos de inmunidad lo que les permitió reducir a los campesinos a varios grados de dependencia, si no a la servidumbre real. El desarrollo de la tierra a largo plazo e incluso el mantenimiento del capital existente fueron sacrificados a menudo a ingresos mayores y más inmediatos…”

Lo que nos lleva a una descripción contemporánea de lo que está ocurriendo en la agricultura hoy día. De hecho, el punto anterior podría servir bien como una descripción exacta de la industria agrícola actual, en cuanto a sus problemas tanto como a su fuerza motriz. Así como el rápido colapso de la agricultura musulmana puede verse en el colonialismo y la llegada de todo lo industrial, también la agricultura en la era actual opera bajo la misma lógica egoísta. Donde el Islam fomentó el matrimonio entre vida espiritual y terrenal, entre pensamiento empírico y experimentación, y entre trabajo igualitario y oportunidad comercial, la producción de alimentos en nuestra época se ha convertido en una empresa desalmada cuya ciencia busca desnaturalizar los cultivos y los animales con el propósito de subyugar los mercados y esclavizar la mano de obra con costos sanitarios y ambientales que simplemente no pueden medirse.

Los antecedentes de esta lógica de la agroindustria moderna, de hecho, se encuentran en los mismos motivos que pueden verse en el desmantelamiento de las economías sureñas musulmanas y no-blancas por parte del Renacimiento europeo.

“Fue el colonialismo… el que posterior y seriamente alteró el equilibro agrícola tradicional a fin de aumentar la rentabilidad de los colonizadores,” dice Salah Zaimeche, en “Revisión de la Contribución Musulmana a la Agricultura.”

Esta decadencia, en su opinión, no comenzó con las potencias coloniales, sino con “los diversos invasores, desde los Cruzados hasta los Mongoles, desde los Banu Hillal hasta los Normandos y los conquistadores Españoles en occidente. Tales invasores hicieron que los agricultores huyeran. Los agricultores musulmanes también se vieron acosados por elevados impuestos en las cristianas España y Sicilia, y fueron exterminados en esos países; su sistema pereció con ellos.”

Sin embargo, es difícil exagerar el daño subsecuente que le hicieron a la agricultura mundial los colonizadores posteriores, como los franceses. Argelia es tristemente un ejemplo perfecto de ello. Cuando los franceses llegaron en 1830, “encontraron un país mucho más verde que el que dejaron 130 años después,” porque hasta ese momento los argelinos habían vivido “más o menos en armonía con su medio ambiente. Los argelinos habían rodeado ciudades y pueblos con jardines y huertos, junto con los anillos adyacentes y exteriores de regiones forestales. Los anillos de jardines fueron la primera cosa que destruyeron los franceses en su esfuerzo por someter a los argelinos, buscando literalmente matar de hambre la voluntad de resistencia de la población.

“Después de eso,” señala Zaimeche, “deforestaron regiones enteras para explotar madera, y le quitaron a los propietarios musulmanes todas las tierras fértiles, obligándolos a subsistir en tierras áridas, y en las cercanías de los bosques, provocando su [mayor] degradación.”

Uno podría pensar que esta política terminó con la difusión a través de Francia del humanismo secular. Sin embargo, en el sacrificio horrífico y legendario de Argelia por su independencia entre 1954 y 1962, “los franceses incendiaron millones de acres de bosques, y se marcharon dejando un legado de esterilidad y hostilidad contra el verdor [sic], del que los argelinos aún no se han recuperado.”

La Misma Vieja Canción

Y trágicamente, esta historia no es única. E hecho, es la norma de todos los países violados y saqueados por los colonialistas. Y no es que la época del colonialismo haya terminado, sino que se ha metamorfoseado. Estados Unidos, a diferencia de la mayoría de las colonias, fue expoliada por completo a través del genocidio violento, destinada a convertirse en la primera nación totalmente transfigurada por el nuevo y mejorado colonialismo económico. Ahora el cáncer ha hecho metástasis por todo el mundo en la forma de fuerzas corporativas imperialistas cuya hegemonía baja por las gargantas de las personas en todas partes, una McCultura de plastificar y procesarlo todo, desde las casas en las que vestimos, las ropas que vestimos, hasta la comida que comemos.

Imagino que hay muchos argumentos con los que los musulmanes defenderán los sistemas económico y agrario modernos, tales como que los musulmanes no tenían la tecnología que tenemos hoy día para el transporte y otras cosas, que los sistemas globales son mucho más complicados que los locales, y que por muy grande que haya sido la era islámica, no podemos volver ‘atrás.’ El hecho es que los musulmanes están imitando todo lo ‘occidental’ porque hemos asimilado sin crítica alguna los paradigmas occidentales, incluyendo las implicaciones sociales del darwinismo respecto a que las sociedades han ‘progresado’ linealmente desde lo más bajo en el espectro de la civilización hasta el epítome del progreso y la ciencia, es decir, la civilización europea.

Si te resulta difícil imaginar que la sociedad occidental no es el epítome del progreso humano, si no puedes articular claramente cómo el Islam, revelado hace 1.400 años, puede tener un impacto directo y positivo en las sociedades actuales, si crees que ahora vivimos en una época moderna iluminada con avances económicos y educativos sin precedentes; si piensas que la libertad y los derechos nunca han estado más extendidos, entonces piénsalo de nuevo.

Piensa en la justicia durante la época de Omar Ibn al-Jatab, cuando no había pobreza, mientras que hoy día dos terceras partes del planeta vive en la pobreza extrema a pesar que hay abundancia de riqueza y alimentos, y en el más rico de los países uno de cada 6 niños vive en pobreza. Piensa en la libertad que las masas de personas tanto ricas como pobres tenían, cuando viajaban sin obstáculos a través de 3 continentes, mientras que hoy día naciones enteras de gente están concentradas en campos de refugiados, detrás de muros, en guetos, en prisiones. Piensa en cómo el Islam hizo surgir una edad de oro como nunca se ha registrado en todos los países que tocó, mientras que por todo el mundo los colonialistas, los antepasados de la civilización occidental actual, redujeron a la miseria y la corrupción todo lo que tocaron, por ejemplo África, una tierra enormemente rica, pero con la gente más pobre.

Bajo el gobierno islámico, “…los esclavos, siervos y arrendatarios atados a la tierra o a un terrateniente casi no se veían. La mano de obra agrícola era en gran parte libre y, al parecer, móvil. Tendían a pasar de empresas poco rentables a unas mejores, probablemente de la antigua agricultura a la nueva…” (La Revolución Agrícola Árabe y su Difusión, 700-1100; Andrew M Watson, Revista de Historia Económica).

Este hecho por sí solo evidencia la justicia y la libertad sin paralelo de esa época. Las sociedades modernas se jactan de la libertad y los derechos humanos, sin embargo es fácil comparar los registros históricos, desde el Renacimiento hasta el día de hoy. La clave que le dio a la civilización occidental una ventaja económica podemos verla aún hoy día en la plantación esclavista. “Basada en un solo cultivo producido por la mano de obra esclava, Brasil se convirtió en la primera colonia de grandes plantaciones y un modelo que sería luego seguido por otras naciones europeas…” (La Primera Colonia de Plantaciones en la Temprana América Latina: Stearns, Peter). De hecho, señala Watson, el “golpe final” a los musulmanes fueron los cultivos ‘más baratos’ en partes de Asia y América. Cultivos que eran más baratos “a pesar de los elevados costos de transporte.” La situación no ha cambiado: los precios de los alimentos, artificialmente devaluados, subvalorando a los agricultores y a las culturas locales por todo el mundo desde la época del Islam, se debe a la explotación de las personas, las tierras y los recursos.

El tráfico trasatlántico de esclavos puede que sea historia, pero la historia no acabó la esclavitud: la esclavitud mental de los medios, la esclavitud endeudada y asalariada del capitalismo, y simplemente la esclavitud física brutal aquí mismo en los buenos Estados Unidos, donde los “trabajadores cautivos son retenidos contra su voluntad por sus empleadores a través de amenazas, y con demasiada frecuencia, el uso real de violencia —incluyendo golpes, disparos y culatazos. (Coalición de Trabajadores Immokalee)

El chocolate, que algunas personas llaman el cielo, es producido utilizando el “tráfico, la tortura y el trabajo forzado de niños que cultivan y cosechan los granos de cacao…” (Centro de Agroindustria del Instituto de Política Agraria y Comercial).

Un cuarto de todos los bananos en Estados Unidos y Europa provienen de Ecuador, de víctimas de serios abusos en derechos humanos, “niños de apenas ocho años de edad, trabajando en condiciones peligrosas, mientras los trabajadores adultos temen ser despedidos si intentan ejercer su derecho a organizarse.” (Human Rights Watch, Ecuador: Abusos Laborales Generalizados en las Plantaciones de Banano).

Cuando continuamos pidiendo la comida barata y apoyando la industria, estropeada por el estilo de vida consumista moderno, cuando certificamos la comida industrial como ‘halal’, estamos esencialmente haciendo halal las plantaciones esclavistas, la destrucción ecológica, el uso intensivo de recursos limitados como la tierra cultivable, el agua, el combustible para transporte innecesario, y la crueldad con los animales. Y a pesar que podemos ahorrarnos unos cuantos dólares hoy, el precio real que pagaremos será, primero, cuando nuestros hijos encuentren que los recursos naturales como el suelo cultivable y el agua han sido agotados por la agricultura insostenible, de modo que tendrán que soportar una pobreza inimaginable. Y luego, cuando nos encontremos delante de Allah Todopoderoso sabiendo que no elegimos la cuesta empinada para buscar nuestra comida halal y tayib.

La Intención y la Cuesta Empinada

La ‘cuesta empinada’ de la que nos habla el Corán (90:7-16), es liberar a un esclavo, alimentar a un huérfano o a una persona necesitada. Al apoyar las economías locales, estaremos ayudando a liberar a los esclavos de la época moderna, e indirectamente estaremos alimentando a muchos huérfanos y necesitados de hoy día, que conforman dos terceras partes del mundo en que vivimos. Pero el camino llano, la supervivencia de la industria, está apoyando tanto la esclavitud como la pobreza.

Los musulmanes debemos decidir qué tan importante es tener comida genuinamente halal y tayib que estará llena de baraka y cumplirá así la intención de la comunidad. Esta no es una tarea pequeña debido a que es sumamente importante. Aquellos que consumen alimentos preocupados por las situaciones políticas contra los musulmanes, deben estar seguros que al darle su apoyo monetario a la agroindustria es comer de la mano de compañías que son parte y alimento de la máquina de guerra que ha hecho y está haciendo estragos en la humanidad. Aquellos que dicen que el racismo debe ser erradicado primero entre nuestros hermanos y hermanas oprimidos en este país, deben entonces dejar de comer la comida que crece con la sangre de incontables hermanos y hermanas, y en su lugar deben apoyar los sistemas locales de alimentos que proveerán tierra y trabajo a numerosas personas que actualmente son oprimidas por el racismo. Aquellos que están demasiado ocupados con el pago de deudas y la crianza de los hijos, echen un vistazo a Abu Bakr (que Allah exalte su nombre) quien renunció a toda su riqueza para asegurarle un futuro sólido a su descendencia. Pensemos en el futuro de nuestros hijos y hagamos algunos sacrificios para que no garanticemos su pobreza al ser consumistas engullendo la riqueza de la tierra.

La Visión

La visión de la comida ‘halal’ es que es producida en una forma que complace a Allah Todopoderoso: agricultura que dignifica a la gente, preserva el conocimiento cultural, trabaja con y en sistemas ecológicos y respeta la fitrah (naturaleza) de los animales. Las granjas familiares de diversos tamaños reemplazarían a los latifundios, lo que ahora es un vacío en trabajos locales florecería para eliminar la pobreza y reemplazaría a los parásitos corporativos monopólicos. Las relaciones directas entre los productores, procesadores y minoristas garantizarán la ventaja competitiva ‘local.’

Tú y Yo

Como individuos es muy difícil vivir conscientemente y encontrar alimentos sostenibles, así nunca tendremos una solución. Pero esto no es responsabilidad del individuo, sino de la comunidad en su conjunto y más aún de aquellos que asumen posiciones de liderazgo. La responsabilidad de la comunidad es contactar y presionar a todas las organizaciones musulmanas y los líderes de las comunidades, insistiéndoles en que escuchen. Ellos deben saber que la prioridad debe dársele a investigar y aprender primero acerca de la industria antes de saltar a certificarla.

Si los líderes de nuestras comunidades, en lugar de esconderse tras escusas como ‘a la comunidad no le importa,’ ‘ellos no están listos,’ ‘la comunidad no necesita más malas noticias con las cuales lidiar,’ o ‘la comunidad es demasiado facilista,’ como si el dinero fuera más querido por nosotros que nuestra ibada (adoración). Si los líderes simplemente predicaran la verdad acerca de nuestra comida, los ojos de la comunidad se abrirían, la demanda por comida halal genuina crecería, y el negocio se haría aceptable.

¿Cómo?

Un sistema de alimentos halal y tayib requerirá un esfuerzo orquestado y unificado entre nuestra comunidad y la comunidad local de alimentos, granjeros que se enfrentan a la opresión y las injusticias en sus comunidades rurales. Granjeros que son activistas que, a diferencia de los líderes musulmanes, imponen con valentía la justicia y luchan contra la corrupción, como los Defensores de las Granjas Familiares, de Wisconsin , cuyo trabajo incluye apoyar el Comercio Justo del Aceite de Oliva Palestino, y un programa que le provee leche a los refugiados palestinos. Esta gente ha desarrollado redes de expertos en muchos campos, incluyendo la política, la economía y los negocios. Ellos han tenido muchos logros y comienzan a definir estrategias para el ‘imara, el desarrollo de la agricultura local.

Debemos contribuir con una voz en la conversación local de alimentos y cavar profundamente en los recursos islámicos para hallar soluciones auténticas a estos problemas. Así tenemos una gran necesidad de activistas locales de alimentos con experiencia y conocimiento en una variedad de campos, ellos necesitan la guía divinamente inspirada del Corán y de las enseñanzas del Profeta (la paz y las bendiciones sean con él) de modo que las soluciones no sean de prueba y error, o peor aún, una perpetuación de las injusticias. “…Al estimular las iniciativas [agrícolas] privadas, ciertas partes de la Ley Islámica parecen ser muy importantes… de ellas surgió un cuerpo sustancial de leyes de irrigación que estableció claramente los derechos de las partes involucradas en todo tipo de disputas… Fue una clara mejora respecto a las leyes del agua de las épocas preislámicas en muchas de las regiones afectadas. Otras disposiciones de la Ley Islámica trabajaron de otras maneras para… fomentar la nueva agricultura de manera directa. Las leyes sobre impuestos… [establecieron] qué impuestos debían ser pagados por las diferentes categorías de tierras y los distintos tipos de cultivos, y en comparación con lo que pasaba antes y con lo que vino después, esos impuestos parecen haber sido relativamente bajos. El propietario o inquilino de la tierra que introducía nuevas técnicas o nuevos cultivos que prometían mayores ingresos, estaba razonablemente seguro de que una parte sustancial de las ganancias por su innovación serían suyas.” (AARD)

También existen numerosos manuales de agricultura que sobreviven desde la era islámica que pueden ser como el oro para los agricultores de hoy que están reinventando la rueda en estos momentos. “El logro fue notable… Muchas de las plantas, siendo nativas de regiones tropicales, no crecían fácilmente en las regiones más frías y secas en las que fueron introducidas… Los nuevos cultivos llevaron literalmente a que se abriera una nueva temporada agrícola… La nueva agricultura desbordó sus límites para afectar a todo tipo de tierras —de la mejor a la peor—… Incluso en tierras que en épocas anteriores habían sido demasiado secas, demasiado calientes o demasiado infértiles para ser utilizadas… E incluso pudo ayudar a reconstruir esas tierras… Los autores de los manuales de agricultura árabe identificaron más tipos de tierras que los que son mencionados por los antiguos…”

He utilizado la agricultura islámica como un ejemplo de historia de éxito, pero hay numerosas historias ocurriendo hoy día en una escala mucho menor, que con la cooperación y la participación de los musulmanes podrían potencialmente iniciar una nueva revolución agrícola.

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